EDITORIAL
EDITORIAL
Una vez, en una clase de catequesis, se nos hizo la pregunta de qué es la libertad. "La libertad es ser libre", respondió uno. ¿Pero qué es ser libre?
“La libertad (del latín: libertas, -ātis) en sentido amplio es la capacidad humana de actuar por voluntad propia.
Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, el estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, aquello que permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos en la medida en que comprenda las consecuencias de ellos.”
Lo que yo respondí fue: "ser libre es poder decidir qué hacer, siempre y cuando sea respetando a otras personas. No se trata de desobedecer, sino de tener la posibilidad de elegir qué hacer y cuándo, sin que nadie pueda decirte que no."
¿Y por qué recalqué tanto que no implica la desobediencia ni la falta de respeto? Creo que suele haber una confusión con el concepto de libertad, creyendo que "yo hago lo que quiero" significa que se puede hacer o decir cualquier cosa a cualquiera, en cualquier lugar y que no va a haber consecuencias. Si bien es verdad que algunas personas pueden considerarse libres sólo si desobedecen toda norma o moral, no serían libres por mucho tiempo, ya que el castigo de la ley y de la sociedad le vendrían encima.
Hay excepciones con respecto al castigo de la ley ya que varias instituciones en el país no funcionan como deberían, y también con el castigo de la sociedad, que a veces avala estos comportamientos y los festeja. Entonces, si no hubiera consecuencias, ¿Qué prohibiciones tendría la libertad? Si consideramos su definición, no tendría ninguna. De esta manera, con la excusa de ser quien uno es libremente pueden cometerse crímenes. Pero, aplicada al mundo donde vivimos, el cual compartimos con el resto de la sociedad, la prohibición que tiene la libertad es el daño a otros e incluso el daño a nosotros mismos.
Sartre decía: "el ser humano está condenado a ser libre". Según él, el hombre tiene la capacidad de decidir por sí mismo lo que quiere y la forma de obtenerlo, pero no todos asumen su libertad porque esta conlleva una gran responsabilidad. Por esto, si queremos asumir nuestra libertad, también debemos asumir la responsabilidad por las acciones que llevemos a cabo en nombre de ella.
Desde la Ventana de San José le agradecemos a la Profesora Claudia Pensa por su colaboración en esta sección.
El TCA
Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) se pueden reconocer por un patrón persistente de comer no saludablemente o de hacer dietas no saludables, que impactan en nuestra vida cotidiana.
Los TCA se pueden encontrar en ambos géneros, en cualquier edad, y pueden ocurrir en cualquier raza o grupo étnico. Siete de cada mil mujeres y uno de cada mil hombres padecen algún tipo de trastorno alimenticio.
La persona afectada muestra una fuerte preocupación en relación al peso, la imagen corporal y la alimentación, entre otros. Debido a estas alteraciones alimentarias, se pueden desencadenar enfermedades físicas importantes y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte, siendo las causas más frecuentes el suicidio o la desnutrición
Entre los más conocidos, están la bulimia, la anorexia y los atracones.
Estos se caracterizan por los cambios radicales en nuestra alimentación y también en nuestra forma de percibir nuestro cuerpo.
El perder el control en nuestra alimentación genera enfermedades severas como la anemia, diabetes, obesidad, entre muchas otras.
Ante estás situaciones es importante acudir a un profesional que nos ayude, o aconsejar a alguien a que acuda a este en el caso de padecer algún tipo de tca.
Estos trastornos ocurren con mayor frecuencia en las sociedades industrializadas donde hay un énfasis en la delgadez, especialmente si está vinculada al éxito. Las revistas, la televisión y otros medios de comunicación han creado una imagen poco realista de la persona perfecta y exitosa.
Como sociedad deberiamos proporcionar educación sobre la importancia de una alimentación equilibrada y nutritiva, enseñar a reconocer y respetar las señales de hambre y saciedad, y fomentar el disfrute de una variedad de alimentos y sobre todo tratar de mantener respeto hacia los cuerpos ajenos.
Desde la Ventana de San José le agradecemos a la Profesora Claudia Pensa por su colaboración en esta sección.
El estrés, y a veces la sensación de ansiedad, es una experiencia natural y normal para todos, incluso para los niños y los adolescentes. Sin embargo, cuando esos sentimientos duran mucho tiempo o se presentan con frecuencia, es motivo de preocupación.
Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, enojado o nervioso, por eso es fundamental identificar el núcleo del problema, qué es lo que genera tanto estrés, y ante todo priorizar la salud mental. Cuando una persona no se encuentra estable mentalmente, es probable que no esté estable en ningún otro aspecto. Por ejemplo, si alguien tiene un problema en casa y además enfrenta todas las pruebas de todas las materias en una semana, es probable que le cueste estudiar, desapruebe y se estrese mucho más.
¿Cómo resolverlo? No es nada fácil. El estrés puede tener muchas consecuencias perjudiciales que terminan haciendo un efecto mariposa: el estrés puede causar insomnio, irritabilidad, alteraciones en la alimentación y manifestaciones físicas como dolores de cabeza, mareos, náuseas y sarpullidos.
Para manejar mejor el estrés, se recomienda detenerse un momento y analizar los sentimientos, identificarlos y permitir que se sientan. Sentirse triste por una cosa, enojado por otra, y no ignorar estos sentimientos porque se hacen más grandes. También puede ayudar hablarlo con personas de confianza, salir y conectar con la naturaleza, hacer actividades que gusten o desconectarse un poco de las pantallas.
Así que, si alguien se siente así, no debe preocuparse, ¡es normal! No hay que tener vergüenza de pedir ayuda y se recomienda seguir estos consejos. ¡Gracias por leer!
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El bullying, acoso, tiranía, intimidación…
El bullying escolar es una forma de violencia entre compañeros en la que uno o varios alumnos molestan y agreden de manera constante y repetida a uno o varios compañeros, quienes no pueden defenderse de manera efectiva y generalmente están en una posición de desventaja o inferioridad. Se suele producir durante el recreo, en la entrada a clase, en los baños, los pasillos, a la entrada o salida de la escuela. También puede ocurrir en el aula, cuando el profesor está escribiendo en la pizarra o mientras está atendiendo a otros alumnos.
Se manifiesta mediante agresiones físicas, verbales o sociales que buscan dañar a una persona, grupo de personas.
Según estudios realizados alrededor del mundo se estipula que 8 de cada 20 niños sufre o sufrió bullying. No hay una razón específica pero por lo general los niños y adolescentes buscan en otras personas lo que no les gusta en sí mismos para insultarlo, pero también el origen de la violencia del acosador puede venir causado por problemas sociales o familiares, que pueden provocar que el niño desarrolle una actitud agresiva y que en la adolescencia sea violento.
Cada una de las personas que reciben bullying se sienten indefensos y puede reaccionar de forma distinta, pero por lo general genera angustia, odio a sí mismo o a las otras personas y en el peor de los casos termina en autolesiones o suicidio.
Existen diferentes tipos de bullying: social, psicológico, físico, verbal, sexual y cyberbullying.
Algunos colectivos son más vulnerables y tienen mayor riesgo de ser víctimas de acoso escolar. Son aquellas personas percibidas como diferentes, como los niños con discapacidad, o dificultades de integración social, pueden ser obesos o muy delgados, utilizan gafas, aparatos dentales o ropa diferente del resto, son nuevos en la escuela, etc.
En conclusión, todas las personas tenemos un grado de responsabilidad sobre esta problemática, el saber vivir y convivir libre de violencia, la práctica de una sana convivencia en el hogar, una educación basada en el respeto y, por último, la obligación de denunciar toda forma de maltrato. Lo fundamental es construir ambientes respetuosos, solidarios e inclusivos desde un enfoque comunitario.
Todos merecemos convivir en un ambiente sano y armonioso.
#libremosnosdelbullying
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